La primer pregunta se perdió, no había razón para contestarla porque perdería lo verdaderamente interesante. Para los dos. Ninguno dejaba de sonreir, dijeran o no algo.
Era bastante evidente darse cuenta de que un juego de coqueteo había comenzado, al menos cualquiera podría notarlo si sus intensiones no revasan el límite de un simple juego de simpatía, y este no era el caso, porque, al menos de uno había interés, sino el "babeo" por ella no sería visible por lo que comunmente llega a tener un chico sexómano, esto a cualquier edad llega a ser molesto para unas chicas, pero de por sí ya era un tanto asombroso y muy inteligente que una chica tornara el juego de rompecabezas que él tendría que armar para desifrar el mensaje que ella le enviaba. Esto deja desorientado a cualquier hombre, simplemente, para ser realistas, captamos los hombres en general la idea hasta el final mientras ellas llevan cientos de pasos adelantados o el juego ya lo tienen terminado. ¡Olía a chicle, carajo! Quien además que él, sus amigos llegaban a desear a saborearlo. Olía a fresa de los pervertidos el aroma sería a chicle y sexo, o una fantasía, para el interesado, claro, sin salir también de los deseos carnales de un macho, percibía el verdadero aroma que acompañaría a una buena velada, una por lo menos divertida,el comentaba en sus pensamientos que el aroma, solo para ser un chicle sufría una transición tentadora por parte de ella, le olía a Applebee's Strawberry Daiquiri.
Nada más el contenerse o abstenerse a no decir nada que pudiera arruinar el lento, pero garantizado acercamiento era la única cosa en la que él se concentraba, pero ella estaba atenta, como siempre, algo tenía que hacer para quitarse el juego que desde siempre le ha molestado, y dejar solo en el juego a él...Aquellos diez minutos que odiaba caminar sola no serían suficientes, para alejar a los otros dos, le bastaría menos de uno, pero el mismo juego requeriría una norma extra que, sólo sin ellos y estando con él tendría efectividad. Brotó el primer enigma, de cual, él milagrosamente captó sin que ella mandara un mensaje indirecto. La primer idea compartida surgió.
- ¿Y... que tal tu día? Seguramente una bomba, asemejandola a tus días, podría decir que te diviertes, además de que, como ya sabíamos, no descuidas lo verdaderamente importante - dijo él.
-Jaja, no, mis días luego no son tan intensos, aunque si me divierto, sea cual sea la situación en la que me encuentre. Aunque a veces me quedo con ganas de más ¿tu crees?
- ¿Y como con ganas de qué?
- Pues... ¿a ti que se te ocurriría hacer?- preguntó con un brillo en sus ojos impresionante, esperando una respuesta verdaderamente buena, sin perder la sonrisa que acostumbraba a tener, mientras el aroma de aquel chicle que ya había tirado permanecía, y curiosamente se intensificaba.
Se quedó mudo, respondió de una forma irónica unos minutos después, pero insinuante a lo que él deseaba de ella:
-Se me antojaría un chicle de fresa...
Logró sonrojarla, pero ¡la sonrisa no se pierde! No parecía muy molesta, decidió acelerar el ritmo del juego, rompiendo inconsientemente las reglas relativamente puestas. Ansiando silenciosamente ofrecerle de una bomba chiclosa, el sabor que permanecía en sus labios. Ante la majestuasidad de su belleza, el tendría que apurarse, pero sin regarla. Responder, pero no agresivamente, esto sabiendo los 2 que necesitaban probarse uno del otro intensamente.
-Mmm, ¿un chicle de fresa? ¡Vaya! Te lo tienes que ganar -respondió ella. Sin saber él que ya se lo había ganado desde hace tiempo.
A veces admitir que alguien te mueve, es tardado de descubrir, de entender y sobre todo de mantener.
Él estaba listo, pero... Pensaba desesperadamente en dar el siguiente paso.
Ella esperaba, pero los diez minutos de camino habían terminado...
martes, 1 de septiembre de 2009
Escena 1: El camino a la avenida
Siempre encontraba en la monotonía algo distinto que hiciera recordar cada día. Era raro verla aburrida, eso no lo conocía ella. Podía aburrirse en las clases, pero nunca por no tener algo que hacer.
Salieron temprano ese día, a eso de las 7 de la noche y fracción. Desde la escuela había que caminar por una peligrosa y solitaria calle hasta donde pasa el el transporte, hasta la avenida. Son alrededor de 10 minutos que odiaba caminar sóla. Siempre optaba por la ruta larga con tal de no correr ese riesgo. Esa vez se hacía acompañar por un chico y 2 amigos del chico. Pero qué chico...
No podía dejar de verla, babeaba cuando ella usaba falda, y ese día no fue la exepción. Caminaban con calma platicando de vanalidades cuando ella tomó un chicle de esos que hacen unas buenas bombas. Ahí iba, haciendo bombas con su falda, como una niña que camina feliz sin un lugar a donde ir. Él lo notaba, pero en vano hacía lo que podía por que ella no se diera cuenta del brillo que su presencia provocaba en su mirada. La chica lo observaba a cada momento, desde luego percatándose de que lo que el chico buscaba era más que una amistad.
-Ay, tus bombitas...
-Son geniales, ¿no?
-Jaja, sí. Además las haces como... no sé...
Ella sólo reía tranquila, sin sentir si quiera nervios... Ansiando que el camino a la avenida no terminara nunca...
Salieron temprano ese día, a eso de las 7 de la noche y fracción. Desde la escuela había que caminar por una peligrosa y solitaria calle hasta donde pasa el el transporte, hasta la avenida. Son alrededor de 10 minutos que odiaba caminar sóla. Siempre optaba por la ruta larga con tal de no correr ese riesgo. Esa vez se hacía acompañar por un chico y 2 amigos del chico. Pero qué chico...
No podía dejar de verla, babeaba cuando ella usaba falda, y ese día no fue la exepción. Caminaban con calma platicando de vanalidades cuando ella tomó un chicle de esos que hacen unas buenas bombas. Ahí iba, haciendo bombas con su falda, como una niña que camina feliz sin un lugar a donde ir. Él lo notaba, pero en vano hacía lo que podía por que ella no se diera cuenta del brillo que su presencia provocaba en su mirada. La chica lo observaba a cada momento, desde luego percatándose de que lo que el chico buscaba era más que una amistad.
-Ay, tus bombitas...
-Son geniales, ¿no?
-Jaja, sí. Además las haces como... no sé...
Ella sólo reía tranquila, sin sentir si quiera nervios... Ansiando que el camino a la avenida no terminara nunca...
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